La industria pesquera con su anejo de escabeches y salazones tenía una gran importancia en el litoral astur. También desde el alto medievo hay referencias a ella en documentos tan antiguos como el ya recordado Fuero de León del año 1.020. De las especies que se capturaban hay noticias documentales. En el conocido "Arancel" ordenado por el Alcalde mayor de Toledo Gutierre Férnandez, del año 1.355, se mencionan los siguientes peces, que en su gran mayoría procedían del Cantábrico; "Salmones, congrios, besugos, pixotas, albures, sábalos, atún, ballena, congrios secos, cazones, pulpos, mielgas, tollos, morenas, estruchas y pescados menores como cerdas, sabogas, agujas, chopas, y sardinas secas"
También de mediados del siglo XIV, año 1.355 es el "Ordenamiento de los convites del Rey"(Pedro I) en el que figura varias veces mencionado el
"pescado seco", es decir, salpresado, también procedente en gran parte de los litorales del Norte. Sobre la pesca de esos peces se conservan varios documentos, entre ellos, las "Ordenanzas" del Gremio del mar de Luarca, año 1.468, en la que entre otras, se mencionan las siguientes especies: "sardinas, congrio, pixoto, besugos, gotanas, rebocillos, fanecas, langostas, centollos, gibias, farrios, julias, muiles, barbadas, salmonetes, arcios, percebes, panchos,(" e otros mas pexes et animalias"). En la desembocadura del río se nombran los salmones, las truchas,las anguilas y el cuadrúpedo nutria llamado londria el cual se consideraba bocado exquisito.
Tal cantidad y variedad de pescados y crustáceos tenía varias salidas: consumo fresco en los mismos puertos y poblaciones vecinas; envío "fresco" en invierno a ciudades del interior embalado con paja y nieve en grandes serones a lomo de recuas; en conservas que solían ser los salpresados, semejantes a las bacaladas y que se llamaban también "peses palo"; y en escabeche lo solían hacer los mismos arrieros o "traxineros", generalmente maragatos, en los puertos donde compraban la pesca. Allí, ayudados por mujeres del país, freían y escabechaban varias especies de pescado, especialmente los de sangre azul. Este escabeche se guardaba en barriles para llevarlo al interior.
La salazón solía hacerse en pilos, esto es, compartimientos de fábrica de uno a tres metros cúbicos de capacidad en los que el pescado, previamente eviscerado y descabezado se mezclaba con sal. Así permanecía algún tiempo tras haberlo aplastado con unas prensas para que soltase toda la salmuera.
Tampoco las artes de pesca sufrieron modificaciones fundamentales. Los que describe Sañez Reguart en su "Diccionario" a fines del siglo XVIII, son muy parecidos a los que constan en las Ordenanzas gremiales de Luarca a mediados del siglo XV, tanto las de "pincho" (anzuelo) como las de red. Los anzuelos se fabricaban por ferreros locales, las de red fueron mejorando su calidad y tamaño. Se pescaba "al pincho" con anzuelo y sedal, esto es "a pulso" y se usaban artes que contenían muchos anzuelos y se tendían en el fondo, principalmente para la pesca del congrio: éstos eran los palangres; los espineles, también con numerosos anzuelos que quedaban flotando entre aguas, eran apropiados para el besugo. Entre las artes de red se utilizaban mucho el emballo, el avareque, tarrafa y otros, llamados de deriva y también pequeñas traiñas y artes de cerco.
En el siglo XIX las embarcaciones asturianas de pesca eran fundamentalmente de tres tipos: la lancha bonitera, normalmente de diez a catorce metros de eslora, muy manguda (ancha) y rasa de puntal (altura); todas sin cubierta o a lo más con media cubierta corrida; se propulsaban a remo y a vela, con dos velas al tercio o latinas, en palos de quita y pon; para el mal tiempo se usaba una pequeña vela a popa llamada la "unción", pues sólo se largaba en casos de muy mal tiempo para ayudar al gobierno. Se empleaban estas embarcaciones principalmente en la pesca del bonito y merluza de altura; iban tripuladas por doce o catorce hombres.
(Asturias y la mar) Jesús Evaristo Casariego.
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