jueves, 8 de abril de 2010

MANZANA Y SIDRA

El asturiano sabía, y sabe, que la sidra necesita oreo, aireación, antes de ser consumida y que el vertido desde lo alto era ya una necesidad imperiosa. Otra cosa es que el antiguo escanciado fuese menos espectacular que el actual, reduciéndose la altura del vertido a causa del menor tamaño de los vasos.
Según la técnica de Marino Busto la describe en estos términos:
"Se toma el vaso con la mano izquierda, apoyando el "culo" del mismo en la palma; el brazo extendido hacia abajo y hacia adelante. La botella se coge con la otra mano por el cuerpo de la misma y se levanta el brazo lo más posible por encima de la cabeza, dejando caer, con arte y pericia, el chorro de líquido firme y recto sobre el vaso, cuidando de que caiga precisamente en el borde o corte, no sobre el líquido que haya en el fondo, para que al chocar contra la arista del vidrio, la sidra rompa y se expanda formando en el fondo una estrella burbujeante".











El siglo XVIII marca pauta en la extensión de las pomaradas debido principalmente a la demanda de sidra. Francisco de Paula Caveda consigna que "en los siglos XVI y XVII había ya en Villaviciosa plantíos de manzana y aún se cogía cosecha bastante para los consumidores; pero a principios y aún a mediados del siglo XVIII se fue aumentando poco a poco el cultivo y creciendo las cosechas".
Es la época en que, según advierte Jovellanos en su (Informe sobre el establecimiento de la Ley Agraria), "las huertas de naranja de Asturias y aún muchos prados y heredades se convirtieron en pomaradas por el aumento del consumo y precios de la sidra".
En la segunda mitad del siglo XVIII, se introducen cambios en los cultivos, se mejoran los métodos de producción y se extienden las plantaciones de manzanos por todos los rincones del Principado.
Las Ordenanzas Generales del Principado de Asturias de 1.781, en el título XII, regulan "el plantío de árboles". Según el artículo primero, "en cada parroquia ha de haber, además del Bibero Real, otro común a los vecinos de robles, alcornoques, hayas,encinas, castaños, manzanos, nogales, perales, cerezos, pinos, abellanales y demás frutales proporcionados al terreno".Al frente de estos viveros estaba la Junta Parroquial de Agricultura que, entre otros cometidos, tenía el de vigilar "que se haga la siembra, cultivo y trasplantes con dirección metódica".
De la labor de los particulares, merece encomio la llevada a cabo por don José Antonio Caunedo Cuenllas, natural de San Esteban de las Morteras, en Somiedo, y cura párroco de Amandi, Villaviciosa, desde 1.769 a 1.802. Con los medios a su alcance, observó i estudió el cultivo de la manzana y los métodos de la elaboración de la sidra, en lo que instruyó a sus feligreses. Por el año 1.779 redactó una Memoria sobre el manzano y la fabricación de la sidra, cuyo paradero se desconoce. Mejor suerte corrió una carta suya de 27 de enero de 1.785, dirigida al cura de Turienzo de los Caballeros, en León, con muy curiosas instrucciones sobre la elaboración de la sidra y que se publicó en el "Semanario de Agricultura y Artes".
(La Nueva España)

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