Cada vez que suena 'Asturias, patria querida', alguien en el mundo cobra un porcentaje por los derechos de autor de la canción. Y no son pocos, teniendo en cuenta que la SGAE recauda por el popular tema siempre que suene en un lugar público, excepto si se trata de actos oficiales, religiosos y militares. Eso sí, la Sociedad General de Autores se niega a desvelar cuánto dinero genera al año en aras, dicen, a una política de «protección de datos» de sus socios.
Al hilo de la polémica suscitada por el Himno de Andalucía, que genera derechos de autor a pesar de que los herederos de su creador, Blas de Infante, los cedieron para que fuera de dominio público, la Sociedad General de Autores en Asturias asegura que el caso de nuestra canción es distinto porque a los intereses que ingresa por el tema la entidad se suman los que se reparten entre los propietarios de esos derechos.
Fue Ignacio Piñeiro, un cubano hijo de asturiano, nacido en 1888, quien en compuso la letra motivado por la añoranza que le había contagiado su progenitor quien llegó a dejar a su familia en Cuba para venirse a morir a Asturias. La letra fue registrada por Piñeiro ya en 1930, con otra melodía distinta a la que suena como himno regional, pero es el germen del que hoy conocemos.
De hecho, el principal investigador sobre el himno, el folclorista avilesino Fernando de la Puente, fue quien puso de relieve con sus estudios que, en contra de lo que siempre se pensó, la canción no procedía de un origen popular sino que había sido creada por este mulato, un artista archiconocido y admirado en su Cuba natal. Piñeiro fue el fundador del Septeto Nacional y está considerado el 'gran poeta del son', los cubanos estudian su vida y da nombre a algunas de las principales escuelas de música de la isla.
La canción no fue por tanto un himno en sus orígenes, sino que se fue popularizando gracias al ir y venir de la sociedad ultramarina hasta que un decreto ley la elevó definitivamente a categoría de himno en 1984. Hace de ello tan sólo 25 años.
Desde la muerte de Piñeiro en 1969, sus herederos cobran derechos de autor por el título 'Asturias, patria querida', cada vez que suena en romerías, discotecas, bares o cualquier otro lugar público. «En todos los casos cobramos un porcentaje», explica Javier Vidal, delegado de la SGAE en Asturias, pero añade: «en realidad se cobra por un repertorio completo, es decir, una comisión de fiestas de un pueblo paga, por poner un ejemplo, un porcentaje por todos los títulos que la orquesta contratada va a interpretar en una verbena. Luego, cada título tiene una ficha y de ahí se extrae un porcentaje que se destina a cada uno de sus autores o en su caso a los herederos del titular».
En el caso del 'Asturias, patria querida', son los descendientes de Ignacio Piñeiro, en su mayoría afincados en los Estados Unidos, quien se llevan esas ganancias. Pero hay más. La SGAE tiene dos tipos de registros, uno para ese título 'Asturias, patria querida', del que existen 28 versiones, y 8 bajo el título 'Himno de Asturias', que también son diferentes adaptaciones del tema popular. De las primeras, 17 ya son de dominio público, y el resto corresponden a adaptaciones firmadas por, entre otros, Fernando Portales, Valentín Ruiz, Mariano Díaz y Víctor Leoncio. Del 'Himno...', cinco son de dominio público.
Los derechos por la obra de Piñeiro expiran en el año 2039, setenta años después de la muerte del autor, algo que por lo que la SGAE protesta porque «este es el único bien que caduca, con un piso nunca pasaría eso».
El Comercio Digital.
Aunque respeto los derechos de propiedad de los artistas y autores, estos de la SGAE me parecen un poco "vampiros". Yo veo lógico que los derechos de esta índole caduquen, ¿Qué sentido tiene un bisnieto cobrando derechos de autor de su antepasado, cuando a lo mejor aquel era una eminencia y el descendiente no sabe hacer "ni la o con un canuto"?
ResponderEliminarSaludos.
Lo mejor la comparación que hace de la música como negocio la SGAE.
ResponderEliminar“Este es el único bien que caduca, con un piso no pasaría eso.”
Pues yo todos los años con mi trabajo, apago los incendios forestales y mi obra queda para la posteridad y para los pajaros y nadie suelta un centimo.
ResponderEliminarPero si cantara o silvara durante mi trabajo otro gallo cantaría y los pajaros de la S---E tendrian alpiste para rato.