La casería asturiana en Palacio Valdés-
La casería asturiana es «el conjunto integrado por la casa con sus dependencias
(antoxana, hórreo, cuadra, pajar y otros espacios para almacenar aperos, leña…), el espacio para huerto en torno a la casa, los frutales, las tierras de labor para el cultivo de cereales, los prados y el derecho a utilizar los montes comunales. Todos estos elementos no se hallan bajo una
sola linde, formando un coto cerrado, sino desperdigados, especialmente en lo que se refiere a las fincas. La casería constituye una unidad de residencia, de producción y de consumo, y también de explotación» .
Los términos «quinta» y «quintana» designan, en algunas zonas de Asturias, la misma realidad que la casería, especialmente cuando constituye un conjunto exento de otro núcleo de población más amplio, y están muy presentes en la toponimia: La Quinta, El Quintanal, Les Quintanes, etc.
En varias parroquias del Conceyu Llaviana, concretamente en las de la margen derecha del Nalón y en las de Llorío y Entrialgo, por casería se entiende también el conjunto formado por el corral, la cabaña y el prau o praos del monte, donde los vaqueros cuidaban el ganado (vaqueriaben, respondería, sin duda, al hecho de ampliar la casería para explotar los montes comunales. Por su parte, en el antiguo Coto de Villoria, la misma realidad se conoce con el nombre de mayáu o mayá.
Castros y villae romanas aparte, la mayoría de los asentamientos rurales se realizaron durante la Edad Media, impulsados por los grandes señores terratenientes y por los monasterios que arrendaban o aforaban las caserías a los campesinos y cobraban en especie, sobre todo en trigo y escanda . Los escasos recursos que les quedaban a los campesinos, tras pagar las rentas, apenas les permitían vivir («en la mesa diaria se expresa el gran principio y el gran objetivo de la casa tradicional: trabajar para comer») y habitar una pobre vivienda («choza»), que contrastaba con las casonas y palacios rurales de las clases privilegiadas.
La extensión de la casería, entre 2 y 3,5 hectáreas de media, era la adecuada para el sostenimiento de una familia y el mantenimiento de tres o cuatro vacas. De esta manera, la casería se convierte en «una pequeña empresa doméstica que trataba de ser autosuficiente» , aunque, a lo largo del año, vende algunos productos —xatos, gochos, pites, güevos, manteques,
peres, ablanes, chorizos…— para obtener un dinero con el que pagar contribuciones y rentas, y comprar artículos de primera necesidad que no seproducían en la casa —aceite, azúcar, ropa, herramientas—, y estableceuna serie de relaciones con otras casas vecinas regidas por el principio dela reciprocidad equilibrada (andeches), tales como les sestaferies, veceríes(files, esfueyes, segaretes), etc. , a la vez que participa con el pueblo o la parroquia en les romeríes.
- LA CASERÍA DE PALACIO VALDÉS -
Don Armando pertenecía precisamente a una de esas familias ricas de clase media con criados, mayordomos y arrendatarios. Su abuelo materno (don Francisco Rodríguez Valdés), un militar que se retiró joven —como el capitán don Félix de La aldea perdida—, era un hidalgo que dedicada su vida al cuidado de sus tierras repartiendo su tiempo entre Avilés y Entrialgo
La propia casería familiar y su entorno van a servirle de modelo en las descripciones que hace en sus novelas. La familia de Armando Palacio Valdés, además de la casona (casa-natal), era dueña de una importante hacienda: establo, huerta con árboles frutales, la pumará (La Pumará de los de Ziquiel, hoy casas de Obras Públicas), tierras, praos —entre otros, El Prau Cerezangos, Tambarriegues, La Teyera y Los Campicios —, ganado, criados, mayordomos y tres elementos básicos en la economía de la casería asturiana, muy presentes en sus obras: el llagar, el horro / panera y el molín.
El llagar, situado entre «la pomarada» y «el Campo la Bolera», aún se conserva con el nombre de «Llagar Palacio Valdés»; de planta rectangular (14 ,10 x 7,60), conserva el fusu de madera y el sabor de su noble pasado.
La panera ocupaba el solar del actual aparcamiento del Centro de Interpretación y «El Jardinillo» anejo. Se derribó durante la Guerra Civil según algunos para dar vista a la Casa Ziquiel («La Casona d’Entralgo»). Se la conocía como «La Panera de don Armando Palacio Valdés», y también como «La Panerona» por sus grandes dimensiones. Tenía las puertas talladas y aún quedaban restos de la misma en los años 50 del siglo pasado. El molín, actual Molín d’Entrialgo (en La Pumará’l Molín-Pedreo), era un molín de maquila o, mejor dicho, dos como muy bien nos dice el propio autor en La novela de un novelista .
LA CASA QUE DESCRIBE EL ESCRITOR
Se trata de casas con planta baja y piso y con cuatro estancias básicas: la cocina, la sala, los cuartos y el corredor. En la parte baja está fundamentalmente la cocina, la pieza más importante de la casa, ya que sirve para calentarse, comer, filar, leer, aprender de los mayores, etc., sentados en tayueles o en escaños en torno al llar y al forno. En el piso de arriba, la sala
sirve de distribuidor hacia los cuartos y es «un espacio interior que mirahacia fuera», pues se utilizaba cuando había gente de afuera, como ocurríaen el samartín, les esfueyes, les files, les fiestes, etc. El corredor permitela prolongación de la sala hacia el exterior, con una orientación favorable(levante o mediodía), y sirve para secar los productos de la casería —maíz,ajos, castañas, avellanas, fabes— y como estancia para distintas tareas yjuegos: lavarse, coser, desfacer maíz, esbillar fabes; en ocasiones se cierra y se convierte en galería denominándose en algunas zonas ‘solanas’.
El corredor es uno de los elementos más llamativos y habituales de la arquitectura popular asturiana; aparece en el XVII, coincidiendo con la llegada del maíz, y se generaliza en el XIX y principios del XX . También constituye una constante en las descripciones de Palacio Valdés, con frecuencia unido a la presencia de una parra de pámpanos de vid que trepa por él como en su propia casa solariega de Entrialgo.
"Vicente Rodríguez Hevia." (descargas.cervantesvirtual.com)
Una lástima que se perdiera la "panerona", qué bella luciría junto a la vieja casona del escritor.
ResponderEliminarMucho jugué de cría delante de la casa, y al otro lado del jardincillo, la casa Ezequiel era un bar con merendero donde solíamos ir a comer la tortilla las tardes de verano.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho este post. :)
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