Los conciertos entre los padres de los novios, antes de la celebración del matrimonio, reciben en Asturias los nombres de "trataos" o "compositorios". Podemos encontrar su origen en el Derecho Visigodo, en el que la mujer es propietaria de su dote, asegurada por el marido sobre sus propios bienes, que puede trasmitir a sus hijos y , de no tenerlos, al testar, disponer libremente. La dote -ex marito- prevalece en los fueros de la Reconquista, entre los que destaca el de Oviedo fechado en 1.145.
. Cabal asegura que por tierras de Tineo se decía, la petición de la novia "ir de chonganiza". En Oviedo, la costumbre iba por otros derroteros: una semana antes del primer pregón, por lo común un sábado, se reunían las familias con tal fin. La praxis de Cangas del Narcea, la recoge Rafael Fernández en su monografía (Realidad de la casa asturiana) con estas palabras: <<... los sábados, coincidiendo con que es día de mercado, se dan cita los padres de los novios para una confitería de la localidad, a donde acuden acompañados de sus hijos y mientras los padres discuten el "tratao", los futuros cónyugues, que en un gran número de ocasiones se ven por primera vez ese día, se encuentran aparte, en el mismo local, sin intervenir para nada en la conversación de sus mayores, siendo costumbre el que al final de la reunión, los padres de la novia paguen los pasteles y los del novio el vino. Si en esta reunión se ponen de acuerdo sobre el capital que ha de aportar como dote la novia o como capital propio el marido (según cuál de los dos sea el que se case en la casa), es frecuente el que ya desde la confitería se trasladen los futuros cónyuges, acompañados de sus padres, a la Notaría a otorgar la escritura de capitulaciones matrimoniales, o que quede ya señalada la fecha en que dicho otorgamiento ha de tener lugar.>>
La constitución de la dote se hacía por escritura (Tineo, Aller, Cangas del Narcea, Carreño, Allande, Quirós, etc.) aunque para su irrevocabilidad era suficiente el compromiso al tiempo de llevar a cabo los esponsales y de entregar el esposo a la esposa el anillo nupcial, prenda de la dote que se prometía.
Entre los vaqueiros de alzada la práctica sigue en vigencia. A toda boda preceden los conciertos. El padre del novio - Cuenta Acevedo y Huelves - va a casa de la novia y allí se determina y se regatea lo que cada cónyuge ha de llevar al matrimonio, el ajuar, la dote,etc. A veces los padres del novio comisionan a un amigo para que cierre los conciertos; a ese comisionado se le conoce por el nombre del "embustero", y suele ser, cuando no el amigo, como dicho queda, el sastre de la comarca. Del comportamiento de esta clase de rábulas dice mucho el diálogo recogido por Cabal:
- Yo , ya saben ustedes - decía el novio - que poseo una finquina...
Y saltaba el embusteru:
- ¿Cómo que una finquina...? ¡Una dehesa...!
- Además, tengo un casucu...
- ¡Así me valga Dios, diz un casucu,y aquello ye un palacio de siñores...!
- Ahora que claro...Comprendo que tengo una pierna mala...
Y el embusteru, en seguida:
- ¡Arreniego del demonio, y diz que mala...! ¡Qué va a ser mala...! ¡Qué va a ser mala...! ¡Estropiá...!
Elviro Martínez.
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