Su aspecto habitual es el de una serpiente de gran tamaño con alas menbranosas como las del murciélago. Se trata de un culebro,
una culebra macho, en multitud de historias este tipo de culebras va creciendo hasta llegar a ser muy viejo entonces crían alas y marchan volando a la Mar Cuayada a custodiar los muchos tesoros que se ocultan en sus profundidades. Constantino Cabal
recogía en Cuadonga (Cangues d´Onís) que los hombres robaban los diamantes y otras gemas preciosas arrojando grandes trozos de carne amarrados con maromas, las piedras preciosas se quedaban así pegadas a la carne y podían ser izadas a bordo sin temor a los Cuélebres guardianes.
Y es que una de las misiones del Cuélebre es la de custodiar tesoros o princesas encantadas. Aurelio de Llano consideraba que la distribución geográfica del Cuélebre no llegaba al Occidente asturiano, consideración errónea puesto que basta preguntar por historias de culebras voladoras para descubrir gran cantidad de leyendas al respecto.
En Cornollo (Allande) en una finca llamada Fontela, José de Rua y varios vecinos aseguran haber visto una culebra volando mientras llevaba su cola arrastras dejando una huella entre el centeno y dirigiéndose en dirección al ríu L´Ouro. Su cuerpo era más grueso que el de una persona. En el mismo conceyu, en el Monte Paradas afirmaban que una culebra con el batir de sus alas, rompía los brezos y el matorral. En Chano de Liares y en el viñedo de Cuantas (Ibias)
varios vecinos vieron una culebra alada que lucía una mata de pelo en la cabeza. En 1.917 varios vecinos de Carabia corrieron al bosque de Vallín atraídos por unos silbidos muy fuertes, armados de escopetas y palos se encaminaron con la intención de dar muerte al Cuélebre, aunque no encontraron nada.
Los Cúelebres no mueren de viejos, si único punto vulnerable resulta ser su garganta puesto que el resto del cuerpo está cuajado de escamas y placas córneas tan duras, que según cuentan, las balas apenas pueden hacerle mella. En Suarías, en la Peña la Covatina (en Peñamellera Baja) vivía un Cúelebre que medía unos seis metros fue sorprendido por una mujer a la que le faltaban unas cabras. La bestia ya tenía la mitad del cabrito engullido. Los vecinos de Suarías acudieron, alertados, armados de escopetas y le dispararon aunque no consiguieron herirle, el Cuélebre se desenrosco y desapareció en su cueva, al día siguiente podía seguirse su rastro hasta otra cueva donde desaparece el agua del río Naverón.
Algunas veces los Cuélebres exigen sacrificios para ser aplacados. En la Llaguna´l Puertu Lleitariegus había un encanto, una culebra enorme a la que todos los meses debían de ofrecerle una persona en sacrificio, una vez incluso arrastro un carro de bueyes a las aguas del lago.
El Cuélebre de Corao (Cangues d´Onís) exigía que lo mantuviesen con varias cabezas de ganado al año, pues de lo contrario, destrozaría el pueblo entero, el cura párroco acabó con su vida disparándole, aunque sucumbió en el intento refugiándose en Abamia y muriendo del miedo que había pasado.
El tamaño del Cuélebre de Corao era enorme y se decía que tras su muerte las vacas llegaban a sestear a la sombra que proporcionaba su calavera.
No todos los Cuélebres son iguales, hay algunos que tienen siete cabezas, el del Puzu Llagu en Brañavalera (Llena) es uno de ellos, custodia a siete xanes que están allí encantadas junto a un tesoro fabuloso. La forma de desencantarlas es de lo más complicado puesto que debe hacerlo una pastora que se llame Sol, sea rubia, tenga los ojos negros y cumpla 22 años el día de San Xuan que coincida con el Corpus y amanezca nevado.
(Alberto Alvarez Peña.)
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