Antes de «Paca» y «Tola» existieron otros dos osos que fueron la atracción en los años 60 del siglo pasado en Asturias. También hermanos, fueron rescatados tras perder a su madre, víctima de un lazo en Degaña. Dicen los que oyeron contar alguna vez su triste historia que la osa madre fue rematada a palos por el furtivo. Los dos hermanos fueron trasladados a una jaula en el ovetense Campo de San Francisco, y allí se convirtieron en dos de los «personajes» más famosos de la capital.
«Atentos al latido del sentir del vecindario ovetense e impulsados por la simpatía despertada por la pareja de oseznos que actualmente tienen por morada una porción acotada del Campo de San Francisco, siendo distracción y entretenimiento de una gran corriente de gentes que, sin cesar, desfilan por el lugar de su residencia...». Con este florido lenguaje solicitaba el 19 de noviembre de 1952 un grupo de concejales entre los que estaban Julio Vallaure, Ángel Pérez Argüelles y Bernardino Maside, la creación de «un lugar en armonía con su vivir» para Perico y Petra.
Petra falleció hace ahora 30 años, exactamente un 21 de junio de 1976, pero su recuerdo permanece en la retina de los ovetenses. Juan Bonifacio Lorenzo, director de la Filmoteca de Asturias, cuenta que 'Así es Asturias', un documental rodado en 1962 por Juan Antonio Cabezas, «contiene la única filmación conservada de la osa».
Pero hay más imágenes de Petra, cada cual tiene la suya. Bernardo Gutiérrez, barquillero desde hace 37 años en el Campo, la recuerda juguetona y caprichosa.
«Cuando Perico y ella eran pequeños, se escaparon una vez de su jaula y tuvieron que venir especialistas para capturarlos», relata. Pepín, un funcionario de Parques y Jardines se ocupaba de la osa: él le daba de comer, limpiaba su jaula...
Entonces, el Campo de San Francisco era un zoológico en miniatura situado en el centro de la ciudad: había una jaula para pájaros, ciervos, el estanque se dividía en cascadas y las ardillas y las gallinas de La Guinea correteaban a su antojo por el verde.Ahora, las palomas son el máximo exponente de la fauna del Campo. «Mucha gente echa aquello de menos. Yo me acuerdo que cuando murió la Petra, venían muchos a preguntar por ella, y lo mismo pasó hace unos años, cuando desaparecieron las ardillas», afirma Bernardo.
De la osera que una vez fue la casa de Petra y Perico sólo queda un rastro, desdibujado entre los columpios. El Archivo Municipal conserva los planos originales de la obra aprobada en diciembre de 1952. La memoria del trabajo describe el aspecto de la característica construcción: «Una jaula de hierro montada sobre un murete de piedra; adosada a ella y comunicándose a través de un hueco con puerta enrejada se construye una cueva a base de fábrica de ladrillo y revestida exteriormente con mortero y piedra basta imitando todo los posible el aspecto de roca natural». El presupuesto de la casa de Petra y Perico ascendía a 30.558,65 pesetas.
Barquillos para Petra:
En el libro 'Nombres y cosas de las calles de Oviedo', José Tolivar Faes dedica tres líneas al resultado de esa inversión municipal: «El oso se presenta en Oviedo en nuestros días, en los que raro será el ovetense que haya dejado de obsequiar con barquillos a los famosos Petra y Perico en el Campo de San Francisco». La imagen de los osos servía de reclamo turístico y también de atracción infantil. Pero no todo era candidez en la osera. Bernardo Gutiérrez apunta que «Petra se llevó el dedo de más de un chaval y hasta había gente que contaba que fue ella quien mató a Perico».
José Luis Ovejero fue el veterinario municipal que certificó la muerte de Perico el 24 de enero de 1956. El oso permanece disecado en un almacén del Ayuntamiento y una empresa de taxidermia va a restaurarlo. Petra sobrevivió a su compañero y también a Coca, la mona que vivió en el Campo de San Francisco. «Ella era como la reina del Campo, hasta había una señora que vivía en Toreno que todos los días, daba igual que fuera invierno o verano, le venía a dar de comer. Iba a comprar verdura al Fontán, la cocía y se la bajaba, sin falta. Dicen que no tenía hijos y por eso le gustaban los animales, porque también les traía maíz a las gallinas», relata Bernardo.
Columpios en su lugar:
La dieta de Petra se completaba, como decía Tolivar Faes, con un buen surtido de barquillos. Pero a veces el dulce servía para enojar a la osa. El barquillero asegura que «los chavales de 15 o 16 años le hacían rabiar, le ponían el barquillo y se lo quitaban cuando iba a cogerlo, y ella se enfurecía».
Petra murió un día como este miércoles. Su osera quedó vacía y pasaron unos años hasta que un nuevo proyecto cobró forma en el recinto. En abril de 1991, el Ayuntamiento presupuestó el área de juegos infantiles que desde entonces ocupa el espacio de lo que una vez fue una jaula con una cueva.
elcomerciodigital.com
Bien, me ha gustado y traído muchos recuerdos
ResponderEliminara esta asturiana la has transportado a la infancia, muchisimas graciassssssssss, un besin muy muy grande
ResponderEliminarDe todas formas, yo estoy contra esto de tener a los pobres animales en jaulas. Es una aberración. Y contra los zoológicos. ¿Por qué no dejaremos a los animales en paz, que corran por sus territorios y se ganen la vida decentemente? Otra cosa son las zonas protegidas en Africa y otros países, los parques nacionales y todo eso. Saludos
ResponderEliminarTienes razón. Todo animal tiene el derecho a vivir libre, pero no por eso puedo separar los recuerdos de mi infancia ligados a Petra y Perico… “También yo fui de los güajes que les daban barquillos”
ResponderEliminarMe acuerdo mucho de esos animales, siendo yo muy pequeño me llevaban al medico a oviedo, me pasaba muchos ratos en el parque san francisco comiendo barquillos y tirando cachitos a los patos, curros, cisnes y los pavos reales que me daban mucho miedo
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