miércoles, 16 de marzo de 2011

PREPARATIVOS PARA EL DESEMBARCO


“A la hora de esta resolución [se refiere a la decisión de tomar tierra estábamos alrededor de seis leguas lejos del puerto, aunque no parecía que hubiese más de una por la gran altura de las montañas que vimos ante nosotros. En ese momento fueron los marineros a poner fuera del barco del Rey la gran barca por medio de máquinas y fuerza de gente, la cual fue levantada en el aire, como hacen en las bodegas con las cubas, pues pesaba más de diez toneles llenos de vino de tan grande, fuerte y sólida que era, no empleando más de dos horas de tiempo en hacer eso. Cuando la barca fue bajada al agua, bien limpia y revestida con tapices, cojines y banderas blasonadas con las armas del Rey, y llegados a unos tiros de ballesta cerca de tierra, los furrieles se pusieron en las pinazas de velas y remos para ir con toda diligencia a reservar y preparar el alojamiento; después fueron a echar las anclas en la mar para parar los barcos y bajar las velas. Y hecho esto el Rey, su señora hermana, todas las damas y doncellas y también los grandes dignatarios y señores entraron en esa gran barca y, entonces a fuerza de remos, siguieron hacia tierra. Y aunque a un cuarto de legua, había un pueblo y puerto llamado Tazones, esto no obstante no fueron allí a causa de que era un lugar demasiado malo para alojarse en él tanta gente principal, y a causa de que, a dos leguas cerca de allí, había una buena villita, donde estarían mucho mejor alojados que en dicho Tazones. Entonces a fuerza de remos, llevaron a dicho señor Rey por un río de agua dulce que entraba en tierra, entre dos altas montañas que se perdían de vista, llegando este río hasta esa villita llamada Villaviciosa”.

“Ahora bien, aunque el rey fue, después de los furrieles, de los primeros en embarcarse, a eso de las cinco de la tarde, y aunque navegase velozmente con el gran número de remos que con toda diligencia le llevaban, sin embargo, no pudieron avanzar mucho sin hacerse noche cerrada antes de haber llegado a Villaviciosa. Igualmente, algunos de los grandes dignatarios que estaban en los otros barcos le siguieron, aunque la mayoría de los señores se quedaron en sus grandes navíos, a causa de que habían oído, por algunos que conocían el país, que no encontrarían alojamiento en dicho lugar de Villaviciosa ni en sus alrededores.
Sigue el capítulo XXXII de esta Crónica, refiriendo que al siguiente día, domingo 20 de septiembre, los señores que habían permanecido embarcados, enviaron a preguntar al rey a Villaviciosa si deberían desembarcar o no, a lo que el monarca contestó que deberían seguir hacia Santander a donde pronto se encontrarían. El viento aquella noche fue favorable y la flota real llegó al día siguiente a su destino.
En cuanto al punto en que desembarcaron, se ha pensado lo habrían hecho donde terminaba el camino de Salín, pero parece más probable lo hiciesen en las inmediaciones del puente de Buetes, llamado también “puente de les gabarres” a causa de las gabarras que allí llegaban con transportes en la marea alta. El camino desde el puente a la puerta de “tras de la iglesia” sería mejor que el de Salín, cuyo recorrido se extendía en buena parte por terreno de marismas.
Cualquiera de los caminos lleva a la referida puerta por la que entró D. Carlos con su comitiva, continuando luego a la calle del Agua, donde estaba la casa que le sirvió de alojamiento.

Por las manifestaciones que los de Villaviciosa hicieron a Laurent Vital, los cuarenta grandes y poderosos barcos, con sus velas tendidas al viento delante de la ensenada de Tazones “parecían desde lejos ser otros tantos castillos, como después nos lo contaron” dice, y pensando cómo tan poderosa flota y tan grandes barcos no tenían costumbre de ir allí, quedaron muy sorprendidos, ya que en los alrededores no había puerto ni bahía para recibir aquellos barcos, por lo que no sabían qué pensar sobre las gentes que podían venir en ellos ni del término de su viaje. Pero cuando vieron que la flota se acercaba quedaron asombrados.
Estudios de la Historia de Asturias-
Juan Uría Ríu.

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