Un auténtico edén asturiano, eso es el parque natural de Ponga. Un tanto escondido y escarpado, se extiende por una superficie de 20.533 hectáreas cargadas de riqueza paisajística. El parque se perfila en un amplio cordal de media montaña situado al oeste de los Picos de Europa, a medio camino de éstos y de otro parque natural, el de Redes (reserva de la biosfera por su espectacular foresta).
Existen pocos rincones en el parque que no nos deparen una vista cautivadora; la orografía viene dada por una enorme masa caliza de sierras y cordales salpicada por privilegiadas atalayas. Desde ellas podemos asomarnos al bosque del Peloño, a la Copa de Tiatordos, el Valle Moru, la Foz de La Corina, Los Andamios, el Candanu, Ventaniella, La Escalada, Tolivia, y un largo etcétera. Las cimas se van encadenando por medio de collados, como pasos naturales entre sus valles cerrados y la meseta castellana. La red de carreteras en el parque une puertos de montaña con decenas de aldeas remotas, desde las que parten sendas hacia las múltiples majadas que se escalonan en este territorio empinado.
Ni siquiera en las riberas del río Ponga se suaviza el paisaje, sino que discurre entre gargantas y desfiladeros en su descenso a los llanos que baña el río Sella. Este paraíso asturiano conserva una gran cantidad de bosques, principalmente hayedos como los del monte Peloño, con más de 15 kilómetros cuadrados de superficie y 200.000 árboles, siendo en la actualidad el hayedo mejor conservado de la Península Ibérica.
El parque es también el hábitat necesario para numerosas especies animales, como el venado, rey del bosque caducifolio, que se refugia en el inacabable arbolado que se extiende desde el vecino concejo de Caso, cubre Ponga a su paso y concluye en las manchas boscosas de Sajambre. "La Berrea" constituye una magnífica ocasión para adentrarse en estos bosques, permanecer a la espera y disfrutar del paisaje durante el amanecer o el atardecer.
Tras las últimas lluvias del verano y el descenso de las temperaturas comienza la época del celo de los venados. La berrea del venado ha llegado a definirse como una «manifestación espectacular de ardor amoroso en plena naturaleza». Ante los rebaños de hembras, los machos realizan exhibiciones de fuerza basadas en terribles bramidos, golpes con la cornamenta contra el suelo y combates frente a sus principales competidores. La sinfonía gutural y sus circunstancias se convierten en un espectáculo visual, sonoro y olfativo. Los pretendientes escarban la tierra para depositar orina y semen con la finalidad de marcar el territorio, destrozan la corteza de los árboles para tener la cornamenta mejor dispuesta y se revuelcan en el suelo para presentarse al cortejo con un pelaje lustroso.
Este rico ecosistema pongueto también incluye los asentamientos humanos, en todos los casos se trata de aldeas de raigambre tradicional, de actividad ganadera y gastronomía propia. Hay muchos pueblos típicos en el concejo de Ponga, incluyendo su capital: San Juan de Beleño, Taranes en la sombra de Tiatordos, Sobrefoz construido sobre una garganta, o el pueblo deshabitado de Vallemoro.
En todos ellos descubriremos un rico patrimonio de arquitectura popular, con casonas serranas al más puro estilo asturiano: establo, cuadra y hórreos de dos aguadas. También son fáciles de ver casas de estilo indiano con galerías acristaladas, suelos de cerámica y adornos de azulejo. El concejo de Ponga guarda un valioso acervo cultural en el que además de su arquitectura rural destaca su etnografía y folcklore.
En San Juan de Beleño, con el año nuevo se recrea la leyenda del Guirria, un encapuchado mitológico, mitad "trasgu", mitad personaje carnavalesco va haciendo de las suyas con las mujeres: las abraza, las achucha, las besa con total impunidad, mientras que los mozos del pueblo le siguen a caballo y piden el aguinaldo de casa en casa. La estampa es única y los orígenes de esta tradición se pierden en tiempos inmemoriales. desdeasturias.com
Existen pocos rincones en el parque que no nos deparen una vista cautivadora; la orografía viene dada por una enorme masa caliza de sierras y cordales salpicada por privilegiadas atalayas. Desde ellas podemos asomarnos al bosque del Peloño, a la Copa de Tiatordos, el Valle Moru, la Foz de La Corina, Los Andamios, el Candanu, Ventaniella, La Escalada, Tolivia, y un largo etcétera. Las cimas se van encadenando por medio de collados, como pasos naturales entre sus valles cerrados y la meseta castellana. La red de carreteras en el parque une puertos de montaña con decenas de aldeas remotas, desde las que parten sendas hacia las múltiples majadas que se escalonan en este territorio empinado.
Ni siquiera en las riberas del río Ponga se suaviza el paisaje, sino que discurre entre gargantas y desfiladeros en su descenso a los llanos que baña el río Sella. Este paraíso asturiano conserva una gran cantidad de bosques, principalmente hayedos como los del monte Peloño, con más de 15 kilómetros cuadrados de superficie y 200.000 árboles, siendo en la actualidad el hayedo mejor conservado de la Península Ibérica.
El parque es también el hábitat necesario para numerosas especies animales, como el venado, rey del bosque caducifolio, que se refugia en el inacabable arbolado que se extiende desde el vecino concejo de Caso, cubre Ponga a su paso y concluye en las manchas boscosas de Sajambre. "La Berrea" constituye una magnífica ocasión para adentrarse en estos bosques, permanecer a la espera y disfrutar del paisaje durante el amanecer o el atardecer.
Tras las últimas lluvias del verano y el descenso de las temperaturas comienza la época del celo de los venados. La berrea del venado ha llegado a definirse como una «manifestación espectacular de ardor amoroso en plena naturaleza». Ante los rebaños de hembras, los machos realizan exhibiciones de fuerza basadas en terribles bramidos, golpes con la cornamenta contra el suelo y combates frente a sus principales competidores. La sinfonía gutural y sus circunstancias se convierten en un espectáculo visual, sonoro y olfativo. Los pretendientes escarban la tierra para depositar orina y semen con la finalidad de marcar el territorio, destrozan la corteza de los árboles para tener la cornamenta mejor dispuesta y se revuelcan en el suelo para presentarse al cortejo con un pelaje lustroso.
Este rico ecosistema pongueto también incluye los asentamientos humanos, en todos los casos se trata de aldeas de raigambre tradicional, de actividad ganadera y gastronomía propia. Hay muchos pueblos típicos en el concejo de Ponga, incluyendo su capital: San Juan de Beleño, Taranes en la sombra de Tiatordos, Sobrefoz construido sobre una garganta, o el pueblo deshabitado de Vallemoro.
En todos ellos descubriremos un rico patrimonio de arquitectura popular, con casonas serranas al más puro estilo asturiano: establo, cuadra y hórreos de dos aguadas. También son fáciles de ver casas de estilo indiano con galerías acristaladas, suelos de cerámica y adornos de azulejo. El concejo de Ponga guarda un valioso acervo cultural en el que además de su arquitectura rural destaca su etnografía y folcklore.
En San Juan de Beleño, con el año nuevo se recrea la leyenda del Guirria, un encapuchado mitológico, mitad "trasgu", mitad personaje carnavalesco va haciendo de las suyas con las mujeres: las abraza, las achucha, las besa con total impunidad, mientras que los mozos del pueblo le siguen a caballo y piden el aguinaldo de casa en casa. La estampa es única y los orígenes de esta tradición se pierden en tiempos inmemoriales. desdeasturias.com
Gracias, tomo nota de éste parque natural para visitarlo pasando las vacaciones de Semana Santa.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo con Luis, hay que tenerlo en cuenta para próximas escapadas.
ResponderEliminar