sábado, 16 de octubre de 2010

EL MUSEO DE LA ESCUELA RURAL DE ASTURIAS

En este artículo se describen los orígenes y características del Museo de la Escuela
Rural de Asturias, instalado en el antiguo edificio escuela del pueblo de Viñón, en el
concejo de Cabranes.

El Museo está instalado en el edificio escuela más emblemático del concejo, el de la escuela de Viñón, ubicado a sólo cincuenta metros de distancia de la iglesia parroquial de San Julián, catalogada como Monumento Histórico Artístico desde1985 y erigida con pautas constructivas del prerrománico asturiano, aunque fue construida en época románica. Documentos conservados de los siglos XVIII y XIX localizan la primitiva escuela del pueblo en el atrio de esta iglesia, espacio muy común en las primitivas Escuelas de Primeras Letras necesitadas de una cubierta para resguardarse de la incesante lluvia invernal. A escasos metros de la misma, a principios del siglo XX, se construyó el actual edificio escolar en un solar cedido por el marqués del Real Transporte, con el apoyo económico de los vecinos emigrantes, el trabajo gratuito de los vecinos presentes y ayudas de la Sociedad Minas de Viñón.
El inmueble es un edificio austero con líneas de imposta entre las dos plantas que disponía dos aulas en la planta baja, con cabida para 120 niños y niñas, y dos viviendas para maestro y maestra en la superior, siguiendo los planos del arquitecto provincial Javier Aguirre Iturralde.

La inauguración del mismo se realizó el 13 de noviembre de 1908 con una procesión cívica simbólica que partió del atrio de la iglesia, lugar donde se impartía la enseñanza hasta entonces, hasta el nuevo edificio escuela, donde intervinieron, ante un numeroso grupo de vecinos, el párroco Lázaro San Martín, en nombre de los miembros de la Junta de Construcción, el Inspector de Primera Enseñanza, Francisco Carrillo Sagredo, y el Alcalde de Cabranes, Joaquín Álvarez de la Villa.
Tras setenta años cumpliendo su función educativa, el inmueble escolar de Viñón quedó vacío en la década de 1970 debido al fuerte descenso del número de niños en los pueblos de la parroquia y a la puesta en marcha del transporte y de las concentraciones escolares, ante lo que se promovió la iniciativa de utilizarlo para conservar y exhibir todo el material y mobiliario pedagógico existente en el concejo.

En la planta baja se presentan los instrumentos y los protagonistas de la escuela primaria en el medio rural asturiano desde el siglo XVIII hasta la actualidad, con especial atención al fenómeno migratorio ultramarino como artífice de las nuevas infraestructuras educativas.
La Escuela de Primeras Letras, gestada en el siglo XVIII y difundida a lo largo del siglo XIX, caracterizada por la provisionalidad y autonomía de funcionamiento ya que dependía de las Juntas Vecinales, cuyos ingresos eran muy limitados (venta de maderas o pastos) y de la aportación económica de cada niño o niña. Resultado de tales carencias es que dichas escuelas carecieran de edificio propio por lo que, con frecuencia, estaban instaladas debajo de un hórreo o en el atrio del templo parroquial, en el pórtico, tal como sucedía en el pueblo de Viñón. Tras recibir esta información, el visitante accede a la reconstrucción de un aula del siglo XIX, con sus mesas y bancos corridos y la rudimentaria mesa del maestro, caracterizada por la austeridad del mobiliario y por la pobreza de los materiales escolares. Los niños se apretujaban en bancos y mesas alargadas, donde manejaban su pizarra para escribir letras y hacer cuentas con el pizarrín. En el primer banco se sentaban los más pequeños y todo el colectivo era controlado por el maestro desde su mesa, al pie del encerado. Sobre las mesas aparecen los primeros libros escolares, que eran pequeñas Cartillas, Cuadernos, Silabarios, Catones o Catecismos dedicados a las materias básicas de lectura, escritura, religión, gramática o historia, además de las fábulas de Samaniego y de Iriarte. El resto de los útiles eran la mesa para el maestro, un silabario de pared o un mapa, el armario donde seguardaban unos pocos libros de uso colectivo y la percha para colgar los capirotes, sacos que protegían de la lluvia, al lado de las alpargatas y .“les madreñes.”

www.educacion.es


4 comentarios:

  1. Un conocido mío visitó el museo y me lo recomendó, habrá que hacer una visita.
    Un verdadero museo era la escuela de mi pueblo, conservaba todos los expedientes escolares, material, mapas, etcétera, pero casi todo desapareció cuando empezó a utilizar la chavalería el local como "club social"... Pequeños salvajes.
    Saludos.

    ResponderEliminar
  2. ¡Ay qué nostalgia...! ¡Qué buenos tiempos aquellos! Y que ahora digan que si los tiempos del franquismo y los años cincuenta... Yo nunca lo pasé tan bien...

    ResponderEliminar
  3. Yo creo que para la infancia, no existen o no debieran de existir, ni partidismos ni leyes de ninguna clase, estos los ponemos tiempo después cuando nos volvemos mayores. De chiquilla fui al colegio de monjas de Laviana. ¡Fueron mis mejores tiempos…! Luego con el paso de los años al hacernos mayores, es cuando lo estropeamos buscando las vueltas al gato. Mi niñez la tengo muy bien guardada en mis recuerdos de chiquilla, y ahí no tienen cabida los rencores que tanto se estilan ahora.Saludos.

    ResponderEliminar
  4. Fuí a la escuela de Trasona y puedo jurar que nunca he visto una colección de varas de avellano como las que tenía el maestro D. Pablo. Las había de todos los grosores y puedo dar fé de que mi espíritu inquieto las probó todas. Sin embargo recuerdo aquella época con nostalgia.Echo de menos a mis compañeros.La vida me llevó por derroteros que me alejaron de todos ellos.Nunca más he vuelto a saber de ninguno.Pero conservo una fotografía en la que permanecen para siempre en mi corazón.

    ResponderEliminar