viernes, 22 de octubre de 2010

GIJÓN- LA PLAZA DEL MARQUÉS

Este espacio abierto al puerto local ha ido cobrando un progresivo protagonismo urbano desde el siglo III hasta la actualidad. Fue extramuros en la etapa romana de Gijón, pero la ciudad ha ido rodeándola dotando de importancia a la antiguamente llamada plaza de la Barquera al configurarla como nexo entre el escarpado núcleo medieval de Cimadevilla y la ciudad moderna que desde el siglo XVIII iba dibujando el actual núcleo histórico. Es a principios de este siglo cuando se construyó el palacio Revillagigedo, que actualmente preside la plaza y que sella parcialmente una construcción típica de la Hispania meridional: la fábrica de salazones.

LA FÁBRICA DE SALAZONES-

Entre los siglos III y V d.de C., coincidiendo con el momento de máximo esplendor de Gigia, se eligió la plaza del Marqués para ubicar una “cetaria” dedicada a la fabricación de salazones. Actualmente ninguna estructura se encuentra visible de una instalación que fue descubierta, excavada de urgencia y sellada de nuevo entre febrero y marzo de 1.991, coincidiendo con las obras de remodelación de la plaza.
Esta típica industria romana fue ubicada allí por varios motivos: el estar al pie del mar del que obtenían la materia prima y posiblemente la sal parece obvio, no tan evidente pero sí esencial para la ciudadanía lo era el hecho de emplazarse extramuros del recinto urbano pues el olor que desprendían los pescados en maceración era poco recomendable para un tipo de vida tan urbano como el romano. La obtención de agua dulce para el lavado de la pesca estaba resuelto al recoger agua de cualquiera de los manantiales de la península en un gran aljibe situado al pie y bajo la actual plazuela de Jovellanos y unido por un canal o “specus” con la fábrica.
De las pocas estructuras estudiadas, puesto que la instalación se continuaba bajo el actual palacio, destacan por su inequívoca dedicación a la salazón cuatro cubetas construidas con hormigón hidráulico en las que durante unos 20 días se maceraba el pescado. Se han localizado restos de brótola de roca, abadejo, sama de pluma, breca, maragota y caballa que se aprovechaban en su integridad salando la carne para elaborar “salsamenta”, moliendo sus esqueletos de los que se obtenían harinas y mezclando la sangre y las vísceras con una salmuera consiguiendo apreciadas salsas entre las que la más común en todo el imperio era el “garun”.
No obstante la fábrica de Gijón, como otras del Cantábrico, era una pequeña industria en comparación con los grandes centros exportadores ubicados en la Bética, y la producción probablemente tendría como destinatario a la romanizada élite local y regional.

EL PALACIO DE REVILLAGIGEDO-

Abierto a la ciudad que se perfilaba de nuevo como lugar de poder y prestigio se construye a comienzos del siglo XVIII el palacio Revillagigedo. Así, Carlos Miguel Ramírez de Jove, busca un nuevo edificio que embellezca su nombre y el de su linaje. Buscando este efecto el palacio se edificó mirando a las nuevas grandes vías de la ciudad, la calle San Bernardo y la calle Corrida, por entonces calle Ancha de la Cruz.
El edificio se configuró a partir de la primitiva torre de la familia, datada en el siglo XV y situada en la actual parte derecha del edificio, erigiendo una réplica en el lado opuesto unidas por un cuerpo central dominado por la horizontalidad frente a la verticalidad de las torres. Las torres al seguir un modelo bajomedieval conservan una estética derivada de su antigua funcionalidad defensiva.
La vida pública más oficial del siglo XVIII se desarrolló, por tanto, en esta plaza de la Barquera, que tenía en el palacio su fondo preferido, completada con la capilla de la Barquera construida en la parte opuesta de la plaza, una fuente ornamentada también apellidada de la Barquera, substituida en 1.981 por la estatua de Pelayo, y la puerta de la ciudad, hasta que fue trasladada a la plaza del Seis de Agosto, pues no olvidemos que este espacio era unión de villa y mar.
En el siglo XIX y principios del XX el palacio fue la residencia preferida de los sucesivos monarcas y sus familias en sus visitas a Gijón a tomar baños en el cercano arenal de Pando.
Durante el último siglo el edificio fue degradándose progresivamente incluida la destrucción parcial de la torre de la izquierda en los bombardeos de la Guerra Civil.

(Guía Histórica y Natural de la Costa de Gijón – Borja Álvarez – Ignacio Biaín)

1 comentario:

  1. El palacio es el principal monumento que nos queda en Gijón, sin duda. Afortunadamente todos los ciudadanos pueden disfrutar de sus espacios, aunque, personalmente, me hubiera gustado que se dedicara a un museo mas "histórico", más ambientado en su época, y no a una exposición de arte contemporáneo. Pero bueno, lo principal es que se mantenga.

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