en La Rebollada, parroquia de San Esteban de Guimarán, concejo de Carreño, nació Marino Busto García, el 13 de abril de 1916, hijo de labradores. Él mismo se consideraba labrador. Pero, además, Marino Busto era un hombre abierto al mundo, que ha colaborado en periódicos y revistas de Argentina, Cuba y Suiza, y ha pronunciado conferencias en diversos centros asturianos, principalmente sobre mitos y supersticiones, costumbres y tradiciones de la vieja Asturias: esa Asturias a la que calificó Modesto G. Cobas como «un tanto olvidada, pero nunca perdida». Y, ciertamente, nunca estará perdida del todo gracias al esfuerzo de cronistas y eruditos tenaces y amantes de su tierra, como fue Marino Busto. Un escritor con obra considerable. No toda ella es de carácter erudito; también escribió un volumen de cuentos, que él denominó «sarta de cuentos», titulado «Alma de la tierrina»; la novela corta «Josefín el emigrante» (1950), y la novela «El beso de la catedral de Erfurt» (1953). Su primera publicación importante son las «Noticias históricas del concejo de Carreño», aparecidas en 1948.
A este trabajo siguieron la documentada «Historia del concejo de Carreño en la general de Asturias» (1984), «El príncipe de los poetas asturianos. Antón de Marirreguera» (1985), «Diccionario bable de González Posada y Academia de las Buenas Letras» (1986), «Carlos González de Posada. Noticias históricas del concejo de Carreño» (1989) y la muy completa «Historia heroica de Carreño en la guerra de la Independencia española» (1990). Observamos que Busto jamás desvincula a Carreño de la historia general de Asturias, ni de la de España, escribiendo sobre el tabaco en Carreño y las famosas fumadas de la noble condesa de Carrió, sobre «De "Boroña" a Falmuria de Prendes», sobre «El Palacio de Espriella en la Arena de Logrezana»...
José Ignacio Gracia Noriega- La Nueva España
(LEYENDA DEL TORRUXÓN QUE NARRABA MARINO)
Del olvido quedan algunas de las leyendas, que se contaban en “filandones” y “esfoyazas” de las noches invernales, como la de la “gallina y los pitinos de oro”, del Monte Areo, la de la trainera “La raposa” de Candás, la de aquél buen mozo de “Las Trancas” de Tamón, aventurero que llegó a la Corte inglesa y tuvo un hijo de cortesana; la del muerto clavado con una barra a la puerta del cementerio, de ánimas y aparecidos, de la “güestia” y la del escudo del “Escudo del Torruxón de Prendes”.
La torre, que en su sitio está desde el siglo XIII. Tenía en su fachada, sobre la puerta levadiza, tres escudos. Por divisa en uno de ellos se leía:
Levántame y verás
Lo que detrás de mi hallarás.
Un tesoro, comentaba el vecindario. En los viejos Torruxones, refugio de búhos, ferres y coruxas, había muchos tesoros…
Una noche un vecino -todos quisieran hacerlo si no los viesen- pertrechado de pico, barra y escalera, sigiloso se fue hasta la torre. Emprendió la tarea, la piedra heráldica estaba fuertemente sujeta con argamasa, golpeó, sudó y al fin el escudo se movió, salió de su sitio y cayó al suelo, “vuelto del otro lado”. Cuando anhelante, el buscador del tesoro, descendió de la escalera, se llevó gran chasco, con otro letrero que decía:
¡Bendito Dios y alabado
Que ya estoy del otro lado…!
Allí en la pared de la torre, sobre la puerta ojival, queda el hueco del escudo…
TORRE DE PRENDES (TORRUXÓN)
Bastión defensivo de la comarca central del concejo. Construcción del siglo XIII sobre un altozano, con base en la carretera Gijón Avilés, parroquia de Prendes. Conserva todavía en no mal estado las cuatro paredes, con puerta ojival en la fachada S. elevada sobre el terreno para escalera portátil. Cuadrada, tiene 10,30 m. de largo en cada pared y espesor de las mismas no menos de 1,75 m. con una altura aproximada al largo de las paredes. Se conservan bien los tres órdenes o aspilleras o “boca de tiro” la primera a ras del suelo y las otras a diversas alturas.
Hace muchos años subí hasta el "torruxón" en bicicleta y me asomé a su interior. Parecía que el aire, al perderse dentro de sus muros, reproducía ecos de las voces del pasado. Es un lugar muy sugerente (bueno, qué me vas a decir, jeje).
ResponderEliminarEl otro día leí que pensaban o proponían hacer en él una especie de museo con su gran aparcamiento y bar. Espero no se lleve a delante, lo considero una salvajada. Saludos.
ResponderEliminar¡Qué horror! Si es que algunos parecen tener fobia a los "praos", veo bien que consoliden el edificio, pero conservando su entorno natural.
ResponderEliminarSaludos.