martes, 10 de agosto de 2010

LA DANZA PRIMA EN LAS CARTAS DE JOVELLANOS


Con este nombre se conoce en Asturias una danza colectiva de caracter circular y coral, de sencillo paso,repetido e igual. La denominación de danza prima no es general ya que en muchos lugares se la conoce únicamente por la danza, en otros se la apellida de San Pedro, San Juan, o Santa Ana, por ser estos los días en que mayoritariamente se realizan y aquéllos los patronos a quien se ensalza, y ocasionalmente llega a recibir otros nombres como la "casaquina" (Cabranes), la danza de los "caranquiños" (Siero), la "sora Juana" (Mieres).
La primera descripción de la danza prima nos la ofrece Jovellanos en carta dirigida a Ponz: “Estas danzas no son menos sencillas y agradables que los demás regocijos del día. Cada sexo forma las suyas separadamente (…) Aunque las danzas de los hombres se parecen en forma alas de las mujeres, hay entre unas y otras diferencias bien dignas de notarse. Seméjanse en unirse todos los danzantes en rueda, asidos de las manos, al son del canto, sin perder ni interrumpir jamás ni el sitio ni la forma…”
“Los hombres danzan al son de un romance de ocho sílabas, cantado por alguno de los mozos que más se señalan en la comarca por su clara voz y por su buena memoria, y a cada copla o cuarteto del romance responde todo el estribillo el coro con una especie de estrambote que consta de dos solos versos o media copla. Los romances suelen ser de guapos y valentones, pero los estrambotes contienen siempre alguna deprecación a la Virgen, a Santiago, San Pedro u otro santo famoso, cuyo nombre sea asonante con la media rima general del romance.”Esto le a hecho presumir a jovellanos que tales danzas vengan desde el tiempo de la gentilidad y que en ellas se cantarían alabanzas a los héroes, alternadas con himnos a los dioses. Aunque tampoco le parece extraño que pudieran haber sido traídas por los romeros porque tienen cierto sabor a usos y estilos litúrgicos de la Edad Media.
Y continúa: “Como quiera que estas danzas varoniles suelen rematar muchas veces en palos, única arma que usa nuestro pueblo; y como nunca lo sueltan vería V. a todos los danzantes con su garrote al hombro, que sostienen con los dos dedos de la mano izquierda libres los otros para enlazarse en la rueda y seguir danzando en ella con gran mesura y seriedad. Sucede, pues, frecuentemente que en medio de la danza algún valentón caliente de cascos empieza a vitorear a su lugar o concejo. Los del concejo confinante y por lo común rival, vitorean al suyo; crece la competencia y la gritería y con la gritería la confusión; los menos valientes huyen, el más atrevido enarbola su palo: lo descarga sobre quien mejor le parece, y al cabo se arma tal pelea de garrotazos que pocas veces deja de correr la sangre”.
“Pero las danzas de las asturianas ofrecen ciertamente un objeto, si no más raro, a lo menos más agradable y menos fiero que las que acabamos de describir. Su poesía se reduce a un solo cuarteto o copla de ocho sílabas, alternando con un largo estrambote, o sea estribillo, en el mismo género de versos, que se repite a ciertas y determinadas pausas”.
Esta diferencia entre danza de hombres y danza de mujeres vendría exigida por las numerosas prohibiciones dictadas por la autoridad civil y la eclesiástica que censuraban las danzas mixtas. Los impedimentos tanto eran del orden moral como para evitar las quimeras y el derramamiento de sangre que ocasionaba la paliza con que frecuentemente se daba término a la danza.
En el Título V de las ordenanzas judiciales y políticas para la administración de justicia de todo el Principado (1.782) se manda que “en las romerías especialmente han de asistir precisamente los jueces, quienes de ningún a manera permitirán que dancen los hombres y mujeres juntos, que tengan palos aquellos y vitoreen”.
Por su parte, Carlos IV firmó un bando el 23 de junio de 1.808: “por haberse notado que los asturianos, que se ocupan en ser mozos de cuerda, aguadores, apeadores de carbón, sirvientes y en otros ejercicios, se juntan en cuadrillas con palos y estacones a bailar la danza prima en el prado que llaman el Corregidor, inmediato a la fuente de la Teja, de que resultan quimeras, alborotos y otros escándalos: se prohíbe que en cualquier día o noche se junten en cuadrillas los asturianos u otras personas con palos o sin ellos, así en el citado prado del Corregidor como en otro paraje de las afueras de esta corte con el motivo de tener el baile de la danza prima ni otro alguno, ni susciten quimeras o cuestiones, formando bandos en defensa de sus concejos ni sobre otro asunto; pena de que el que contraviniere se le destinará irremisiblemente a uno de los presidios de África por seis años y se le tratará como perturbador de la tranquilidad pública”.
Como se observa, en las últimas décadas del siglo XVIII y las primeras del XIX las proscripciones son frecuentes y las penas duras. Se queja Jovellanos de que en Asturias “se han vedado las danzas de hombres, se ha hecho cesar a media tarde las de mujeres y , finalmente, se obliga a disolver antes de la oración las romerías, que son la única diversión de estos laboriosos e inocentes pueblos”.
Más tarde ya no se prohíben las danzas sino el llevar armas. Actualmente se termina la danza lanzando vivas menos agresívos. En algunos lugares del oriente finalizan mudando la melodía, que se torna más viva y, consiguientemente, el paso más ligero.


(BAILES Y DANZAS TRADICIONALES EN ASTURIAS)

2 comentarios:

  1. ¡Qué gran hombre tuvimos en esta ciudad! ¡Y cuántos ignorantes que no conocen de él más que el apellido!
    Saludos.

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  2. Amo asturies, y puxa sporting

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